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El pase espiritista (2ª parte)

El espíritu

Lo que sabemos de acuerdo con las obras de la Codificación y otras espíritas, en consonancia con otros autores espiritualistas, es que el Espíritu es nuestra verdadera esencia, nuestra naturaleza verdadera, y el cuerpo es tan sólo un vestido temporal que utilizamos cuando transitamos por la dimensión material de la vida.


El Espíritu es indestructible e indivisible:

“El Espíritu es una unidad indivisible. Es como una chispa que proyecta a lo lejos su claridad y puede ser percibida desde todos los puntos del horizonte” (pregunta 92a de El Libro de los Espíritus).

No se nos dice nada de su tamaño ni de sus propiedades, excepto de su luminosidad y de que su atributo principal es la inteligencia. No se nos dice que crezca ni que decrezca, pero sí que se purifica a medida que aprende.

A medida que se purifica, gana belleza, luminosidad, inteligencia, moralidad, libertad y felicidad.

Al principio, cuando Dios crea un Espíritu, lo crea simple e ignorante, con poco brillo, poca conciencia, poca sabiduría y libertad. De hecho, en el Espiritismo lo llamamos “principio espiritual” en lugar de “Espíritu”, para subrayar el grado de complejidad y pureza que los diferencia, como el petróleo de la gasolina.

Las primeras manifestaciones del principio espiritual en la materia se dan en los organismos más simples, probablemente, unicelulares. Y de ahí, poco a poco, a lo largo de eones, este principio va encarnando en organismos cada vez más complejos.

Con este proceso, el Espíritu va adquiriendo inteligencia, moralidad y luminosidad.

Parece que espíritu y materia siguen caminos diferentes. Como Jesús nos dijo: Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del espíritu, es espíritu”.


Sin embargo, Kardec nos advierte en El Libro de los Espíritus (cuestión 613) que “no todos los Espíritus piensan lo mismo acerca de las relaciones que existen entre el hombre y los animales. Según algunos, el Espíritu sólo alcanza el período humano después de haberse elaborado e individualizado en los diferentes grados de los seres inferiores de la creación. Según otros, el Espíritu del hombre habría pertenecido siempre a la raza humana, sin pasar por la serie animal”.


Más adelante, añade: “en cuanto a las relaciones misteriosas que existen entre el hombre y los animales, se trata de uno de los secretos de Dios, así como lo son muchas otras cosas cuyo conocimiento actual no interesa en modo alguno para nuestro adelanto, y acerca de las cuales sería inútil insistir.”


“En la planta, la inteligencia dormita; en el animal, sueña; sólo en el hombre despierta,

se conoce, se posee y se hace consciente.”

O problema do ser, do destino e da dor. Léon Denis.

Página 123, edición da FEB de 1989.


El Espíritu se utiliza de la carne, pero no la necesita. La carne sí que necesita al Espíritu para animarse. Ningún organismo, sin principio espiritual instalado en su seno, puede sobrevivir. Es como la electricidad en un aparato. El aparato, por ejemplo, una radio, sin electricidad, no puede funcionar, está como muerto. La electricidad le da vida.

También es cierto que, hasta donde sabemos, el Espíritu necesita servirse en todo momento de periespíritu, siempre va revestido de él. Aunque es posible que en mundos puros, donde la evolución del ser es máxima, pueda no ser necesario. Pero esto es sólo una hipótesis.


El fluido vital

Una vez tenemos un poco más clara nuestra naturaleza, vamos a introducir otro elemento que es importante comprender: el fluido vital.

Para entender el fluido vital, hemos de conocer de dónde procede.

Además de los dos elementos principales de la creación, que son la materia y el espíritu, que van por separado, aunque a veces se unan, existe un tercer elemento, el fluido universal.


Esquema sacado del libro de Jacob Melo: O passe: sua técnica, seu estudo.


El fluido universal es la sustancia matriz de toda manifestación material, incluido el periespíritu. Toda la materia conocida, en todas sus diferentes versiones: sólido, liquido o gas, es una derivación del fluido universal. Incluso esa materia sutil de la que está formado el periespíritu, que todavía no ha sido descubierta, también es una derivación del fluido universal.

Otra derivación del fluido universal es la electricidad y otras formas de energía. No es por casualidad que Einstein ya dijo que materia y energía son una misma cosa, en diferentes estados de vibración.

Otra manifestación del fluido universal es el fluido vital, también llamado fluido magnético, fluido electromagnético o fluido nervioso. Probablemente, es el qi o chi de los chicos, o el prana de los hindúes.

Es la energía que nutre la materia orgánica, los cuerpos vivos; la que transforma la materia inorgánica es orgánica. Sin esta energía, las células mueren. Es decir, las células se nutren tanto de alimentos, como de fluido vital.

Si un organismo muere y aún está impregnado de fluido vital, este se dispersa, como se dispersa la materia orgánica en la tierra.


En la cuestión 70 de El Libro de los Espíritus, podemos leer:

“Los órganos están impregnados de fluido vital. Ese fluido confiere a todas las partes del organismo una actividad que opera en ellas el restablecimiento en caso de que tengan ciertas lesiones, y restablece funciones momentáneamente suspendidas.

No obstante, cuando los elementos esenciales para el funcionamiento de los órganos están destruidos o profundamente alterados, el fluido vital es impotente para transmitirles el movimiento de la vida, y entonces el ser muere.”


Y continua así:

“La cantidad de fluido vital no es la misma en todos los seres orgánicos: varía según las especies y no es constante, ya sea en el mismo individuo o en los individuos de la misma especie. Algunos están, por decirlo así, saturados de dicho fluido, mientras que otros tienen apenas la cantidad suficiente. A eso se debe que algunos tengan una vida más activa y tenaz y, en cierto modo, superabundante.”

“La cantidad de fluido vital se agota. Puede volverse insuficiente para mantener la vida si no se lo renueva mediante la absorción y la asimilación de las sustancias que lo contienen.”


¿Cómo se agota o se nutre el fluido vital?

En la pregunta 424 de El Libro de los Espíritus, leemos:

Por medio de cuidados dispensados a tiempo, ¿se pueden reanudar los lazos a punto de romperse y devolver la vida a un ser que, en caso de que no hubiese recibido auxilio, habría muerto definitivamente? “Sí, sin duda, y a diario tenéis la prueba de ello. El magnetismo suele ser, en esos casos, un recurso poderoso, porque devuelve al cuerpo el fluido vital que le falta y que resultaba insuficiente para mantener el funcionamiento de los órganos.”


El fluido vital se absorbe a través de dos vías:

A través del cuerpo, los alimentos que ingerimos y el oxígeno que respiramos se asimilan y se transforma en diferentes sustancias, energía y fluido vital para el cuerpo material y para el periespíritu. A través del periespíritu, por asimilación directa del fluido vital del medio, que nutre el periespíritu y el cuerpo.


¿Por qué decimos que el periespíritu se nutre del fluido vital? Si es semimaterial, ¿por qué tiene necesidad de renovarse?

Porque al tener al menos parte de naturaleza material, ésta está sujeta a la ley de destrucción. Es decir, esta parte material del periespíritu, al igual que cualquier otra sustancia, se gasta y hay que renovarla.


En el libro Nuestro Hogar, de Chico Xavier y André Luiz, podemos leer que, durante un período de tiempo de restricciones en la colonia:


“Por mais de seis meses, os serviços de alimentação, em "Nosso Lar", foram reduzidos à inalação de princípios vitais da atmosfera, através da respiração, e água misturada a elementos solares, elétricos e magnéticos”. (capítulo 9 del libro)


Más adelante, André Luiz nos da otro testimonio de la necesidad de nutrir el periespíritu:

“Terminada a oração, chamou­nos à mesa a dona da casa, servindo caldo reconfortante e frutas perfumadas, que mais pareciam concentrados de fluidos deliciosos. Eminentemente surpreendido, ouvi a senhora Laura observar com graça: – Afinal, nossas refeições aqui são muito mais agradáveis que na Terra. Há residências, em "Nosso Lar", que as dispensam quase por completo; mas, nas zonas do Ministério do Auxílio, não podemos prescindir dos concentrados fluídicos, tendo em vista os serviços pesados que as circunstâncias impõem. Despendemos grande quantidade de energias. É necessário renovar provisões de força.” (capítulo 18)


¿Cuál es la influencia del pensamiento en la materia grosera y en los fluidos más sutiles?

Aquí nos deparamos con un punto bien delicado. ¿Lo que pensamos tiene influencia en el cuerpo y en la materia? ¿Cómo? ¿Y en el fluido vital?


Podemos comenzar haciendo un pequeño experimento:

Vamos a pensar todos en unas palabras, y a ver cómo reacciona nuestro cuerpo.

Pensemos durante un minuto: “soy un fracasado”

Observa qué le pasa a tu cuerpo.

Ahora piensa durante otro minuto en: “la vida es maravillosa”

Observa de nuevo cómo reacciona tu cuerpo.


Nuestro cuerpo reaccionará bien diferente, mostrando una influencia inmediata, automática e inconsciente de los pensamientos en el cuerpo y el estado de ánimo.

Masaru Emoto lo llevó a otro nivel: quiso comprobar no qué repercusión tenía el pensamiento en el cuerpo, sino en la materia, y lo hizo primero con agua, y después con arroz.





La conclusión a la que podemos llegar es que el pensamiento genera un campo vibracional que penetra la materia e interactúa con ella. Los mecanismos específicos se desconocen entre los humanos encarnados, pero es una realidad observable.


En consecuencia, podemos deducir que lo que pensamos tiene repercusión directa en nuestro cuerpo, tanto en la materia que lo compone como en el fluido vital que o recorre, el cuerpo físico y en el periespiritual. Algunos pensamientos harán que el fluido vital se revitalice, otros harán que se disperse o se contamine.


Finalmente, en la pregunta 70 nos dicen claramente:

“El fluido vital se transmite de un individuo a otro. El que tiene más puede dárselo al que tiene menos y, en determinados casos, recuperar la vida a punto de extinguirse.”

Está claro que un reikiano o un pasista no pueden transmitir sustancias orgánicas o inorgánicas al receptor, salvo que le demos un bocadillo o un vaso de agua. Lo único, por lo tanto, que pueden transmitir es fluido vital, que es absorbido por el periespíritu y de ahí irá a la parte del organismo que lo necesite.



EXPERIMENTO CON SEMILLAS

Esta sesión de estudio la acabamos con un sencillo experimento, para el que necesitamos:

- Dos vasos transparentes

- Algodón o discos de desmaquillar

- 10 / 20 semillas de lentejas, garbanzos o soja


Colocamos algodón en los vasos, más o menos cubrimos la mitad. Que quede esponjoso, con aire. A continuación, colocamos las semillas dentro, esparcidas, la mitad en cada uno.

Finalmente, regaremos moderadamente cada uno de los vasos, que queden húmedos, ¡no bañados!

Además de regarlos un poquito cada día, para que las semillas queden húmedas, a uno de ellos le daremos un pase, le enviaremos todo nuestro cariño y amor en forma de energía. De alguna manera, le transmitiremos nuestro fluido vital, y dirigiremos a ellas el del medio ambiente. ¡Pero sólo a uno de los vasos! El otro lo regaremos igual, pero no le daremos ningún pase. ¡Veremos la diferencia a medida que pasen los días!


En los próximos posts, añadiremos las fotos del experimento.


(continuará...)


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